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miércoles, 18 de septiembre de 2019

Praga

Después de visitar Budapest y Bratislava, llegamos a Praga la capital de la República checa, la ciudad de las 100 torres y nos enamoramos al instante. Es una ciudad pequeña con mucho encanto.
Como estábamos alojados en pleno centro, comenzamos la visita de la ciudad callejeando por Staré Mesto, el barrio antiguo.
En la plaza de la ciudad vieja encontramos la iglesia de Nuestra Señora de Tyn, con sus pináculos infinitos que se ven desde cualquier punto de la ciudad.
En la misma plaza está la Torre del Ayuntamiento que posee el reloj astronómico medieval más famoso del mundo. El verano pasado estaba en obras, pero doy fe de que es una preciosidad ya que tuve la suerte de verlo en un viaje anterior.
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La leyenda cuenta que el carpintero que lo creó hizo un trabajo tan fino que quienes se lo encargaron quisieron asegurarse de que no lo repitiera para que fuera único en el mundo, y lo dejaron ciego.
Él, en modo de venganza, se metió dentro del reloj y paró el mecanismo, a la vez que su corazón dejaba de latir. Por ese motivo, se cree que el movimiento de las agujas del reloj y el baile de las figuras aseguran que la ciudad va bien. Y si algún día el reloj se para, llegará la mala suerte a la ciudad.

Praga se la conoce como la ciudad de las cien torres, y la más famosa es la Torre de la Pólvora, llamada así porque se utilizaba como almacén de este explosivo.

El puente más bonito y transitado es el puente de Carlos que comunica la Ciudad Vieja con la Malá Strana.
Durante su recorrido se puede contemplar 30 impresionantes estatuas.
Es una de las maravillas con más encanto de la ciudad, a pesar de la cantidad de turistas que hay, como podéis comprobar en las fotos.
Sin duda, el ambiente, la música callejera y las vistas son de las bonitas cosas que te quedan gravadas en la memoria.
Y llegamos a Malá Strana, el barrio donde está el castillo
Antes de subir al castillo, nos dirijimos al muro de John Lennon, un símbolo de la libertad de expresión, que está muy cerca del puente de Carlos,
El castillo de Praga no es una sola construcción sino que está formado por un conjunto arquitectónico: la catedral de San Vito, el antiguo palacio real, el callejón de oro y otros muchos más edificios.
Muy colorido es el callejón de oro, se dice que la calle debe su nombre a los orfebres que trabajaban allí, aunque al parecer eran las casas de los arqueros que defendían el castillo. En la casa nº 22 Frank Kafka vivió durante un tiempo.
Algunas de las pequeñas casas del callejón se pueden visitar y otras son tiendas de souvenirs.

Interesante visitar la plaza de Wenceslao donde en 1989 se inició la revolución de terciopelo y la consecuente caída del comunismo. Cogimos un free tour y fue interesantísimo conocer no sólo los monumentos sino también su historia.
Muy interesante también descubrir el barrio judío de Josefov donde se pueden visitar las 6 sinagogas judías y el museo judío.
Pero lo más impactante es el cementerio judío, en un pequeño espacio se concentran más de 12.000 tumbas en piedra apiladas muchas de ellas unas sobre otras.
Hay otra Praga, la moderna, siendo su símbolo más famoso la Casa Danzante o conocida también como la casa de Ginger & Roger

Y otra escultura moderna que vale la pena visitar es la escultura móvil de Kafka. Te queda un buen rato viendo como se forma y deshace la cara.
Muy recomendable navegar por el río Moldava, ya sea en barco o en patinete, cualquier medio es bueno para descubrir la ciudad desde el río.
Y por la noche, las luces transforman la ciudad con una estampa de cuento.
Hay muchas tienda de cristal de bohemia, un mercado al aire libre que además de artesanía y souvenirs, venden fruta con unos frutos rojos que se te van los ojos.
Callejear, descubrir rincones y tiendas interesantísimas, como la de caramelos que también es museo del chocolate, fascinante ver todo el proceso de elaboración de los caramelos, es muy curioso.
Y no os vayáis sin probar los trdelnik, aunque será difícil no caer en la tentación porque el centro de Praga está plagado de puestos que los venden, sobretodo en forma de cono con helado.
Si queréis saber más sobre el chimney cake podéis pinchar aquí.
Os puedo asegurar que Praga tiene un olor y es el del trdelnik recién hecho.
Una ciudad preciosa que vale la pena visitar. 

1 comentario:

  1. Qué viajera estás hecha últimamente!!!!. Yo hace muchísimos años que estuve allí y me fascinó. Besines!!

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Gracias por dejarme tus comentarios, me hacen muchísima ilusión.
Un beso